Frankenstein como nunca antes contado el mito y su impacto en la ciencia ficción

“Frankenstein” es uno de los nombres más reconocidos de la literatura universal, pero también uno de los más malinterpretados. Mary Shelley no solo creó un monstruo; construyó una advertencia sobre los peligros de la ciencia sin límites, la soledad y la responsabilidad. Su obra, publicada hace más de dos siglos, sentó las bases de un mito que sigue generando debates sobre ética y humanidad.

Un verano que cambió la literatura
El origen de Frankenstein se remonta al verano de 1816, conocido como “el año sin verano”. Con apenas 18 años, Mary Shelley pasó semanas en la Villa Diodati, a orillas del Lago de Ginebra, acompañada de Lord Byron, Percy Bysshe Shelley y John Polidori. Entre lluvias y frío extremo, los encuentros filosóficos y científicos dieron lugar al desafío de escribir historias de terror. Los avances científicos de la época, como los experimentos de Luigi Galvani con electricidad y músculos de ranas, también inspiraron la creación de la novela. La reciente pérdida de su hija aportó, además, la profundidad emocional que caracteriza a la criatura literaria.

Ciencia, ambición y tragedia
Shelley subtituló su obra “El moderno Prometeo”, haciendo referencia al mito griego y anticipando la advertencia moral sobre los riesgos de sobrepasar los límites de la naturaleza. Victor Frankenstein encarna la obsesión por el conocimiento y la ambición de la ciencia moderna, mientras que la criatura —lejos del monstruo mudo y torpe que popularizó el cine— es un ser capaz de hablar, aprender y sentir. Su tragedia radica en el rechazo y la exclusión, lo que convierte la historia en un temprano análisis de discriminación, diferencia y soledad.

Del mito literario al ícono pop
Con el tiempo, el relato fue simplificado por el teatro y el cine. La película de 1931 dirigida por James Whale y protagonizada por Boris Karloff consolidó la imagen del “científico loco”, con laboratorio eléctrico, frase célebre “¡Está vivo!” y ayudante torpe, elementos ausentes en la obra original. Esta reinterpretación visual eclipsó la dimensión ética y humana planteada por Shelley, relegando a un segundo plano la reflexión sobre la responsabilidad y la empatía.

Frankenstein en la actualidad
La obra sigue vigente porque plantea preguntas universales: ¿hasta dónde puede llegar la ambición humana y quién es el verdadero monstruo: el excluido o quienes lo rechazan? Desde experimentos genéticos hasta la inteligencia artificial, la novela ofrece un marco para discutir ética, bioética y límites de la innovación. Universidades y centros académicos de todo el mundo utilizan “Frankenstein” como referencia para debatir sobre responsabilidad científica, derechos y humanidad.

En definitiva, Frankenstein no es solo una historia de terror: es el mito inaugural de la ciencia ficción y un relato sobre ambición, diferencia y empatía. La criatura y su autora continúan interpelando a cada generación, recordando que el verdadero monstruo no siempre es quien parece ser.

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